Hoy celebramos del domingo de la Divina Misericordia. Esta fiesta fue instituida por San Juan Pablo II. El origen de esta fiesta está muy conectado con Santa Faustina Kowalska quien fue una religiosa Polaca a quien el Señor le reveló esta parte tan importante de su misericordia para con nosotros.
Como ustedes saben, el Papa Francisco ha hecho de la misericordia de Dios uno de los ejes centrales de su Papado. Es decir, el Papa Francisco quiere que en estos tiempos nosotros como iglesia seamos el rostro de ese Dios misericordioso. Pero, yo creo que para que nosotros podamos ser ese rostro misericordioso de Cristo, tenemos que experimentar la misericordia de Dios en nuestra propia vida. Experimentar la misericordia de Dios en nosotros mismos es una de las mejores formas de ser misericordiosos con los demás. ¿Por qué? Porque nosotros mismos sabemos por experiencia propia lo bien que se siente cuando Dios es misericordioso con nosotros.
La misericordia de Dios se puede explicar de muchas maneras porque tiene muchas expresiones. Pero a mi personalmente me gusta explicar la misericordia de Dios haciendo una conexión con la raíz etimológica de la palabra misericordia. La palabra misericordia viene del idioma latín y está formada por dos palabras: miser y cordis. Miser quiere decir miserable, desdichado; cordis quiere decir corazón. Y en el contexto cristiano quiere decir que Dios pone su corazón en nuestra miseria. Es decir, Dios nos sigue dando lo que hay en su corazón cuando nosotros nos sentimos como miserables y desdichados, especialmente por causa del pecado.
Esto es muy importante para nosotros, porque cuando cometemos pecados nosotros somos unos jueces muy duros con nosotros mismos. Muchas veces pasamos mucho tiempo o la vida entera guardando rencor contra nosotros mismos por nuestros pecados o por nuestras acciones equivocadas. Algunas veces, nosotros mismos ya no confiamos en nosotros, y mucho menos tenemos la capacidad de perdonarnos. Y esta fiesta de la Divina Misericordia nos quiere recordar que Dios no es un juez duro. Al contrario, Dios es un Dios misericordioso, y nos entiende, y nos da siempre una oportunidad nueva. Él cree en nosotros cuando ya ni nosotros creemos en nosotros. El nos perdona aun el pecado mas horrible o la acción mas mala que nosotros hayamos hecho. Y esto lo hace porque nos ama. Es decir, su misericordia tiene su fundamento en el amor.
Yo creo que esta fiesta es una oportunidad muy bonita para nosotros en la que Dios nos recuerda que su amor es mas grande que nuestro pecado y que no hay ninguna razón por la cual debemos dudar de que Dios nos ama incondicionalmente. Y que cuando nadie, ni siquiera nosotros mismos somos capaces de vernos con amor, Dios sí nos ve con amor. Y se acerca a nuestra miseria, no superficialmente, sino con lo mas profundo que hay en su sagrado corazón.
Que el Señor nos conceda la gracia de poder experimentar su misericordia en nuestra vida.
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