Durante este tiempo de cuaresma hemos escuchado la invitación constante a través de diferentes medios acerca de lo importante que es intensificar la oración, el ayuno y la limosna, los cuales son los tres medios que la iglesia nos propone para vivir este tiempo de gracia. Estas tres practicas se pueden vivir de maneras muy variadas de acuerdo a las circunstancias de cada persona. Yo recuerdo por ejemplo que, cuando yo era niño, yo quería tener dinero para poder ayudar a los necesitados; pero, siendo de una familia pobre, la verdad es que no había mucho dinero casi ni para nuestras necesidades familiares. Así que lo de la limosna no era algo que yo podía vivir con mucha intensidad. Pero yo sabía muy bien que mi deseo de vivir con intensidad la cuaresma no debería de ser condicionado por la falta de dinero. Así que, aunque no tenia dinero, sabía muy bien que sí podía hacer otras cosas. Y entonces, por varios años consecutivos yo me comprometí a ir todos los días de la cuaresma a Misa para intensificar mi oración, también dejaba de comer carne todos los días de cuaresma, y también usaba mis zapatos solamente para ir a la escuela y el resto del tiempo andaba descalzo. Esto para intensificar el ayuno y el sacrificio. Obviamente estas practicas cuaresmales quizás suenen un poco antiguas, pero a mi me ayudaban mucho para vivir el espíritu de cuaresma. Les cuento esta historia personal sin el afán de ponerme como ejemplo de la vivencia de la cuaresma; mas bien mi intención es recalcar lo que les decía antes: que cada uno de nosotros podemos practicar lo que la iglesia nos pide para poder beneficiarnos durante este tiempo de gracia.
Cada uno de nosotros conocemos nuestra propia realidad, nuestras necesidades, nuestros recursos, sabemos nuestros propios horarios, y sobre todo sabemos cuales son las cosas que nos ayudan para nuestro enriquecimiento espiritual.
Ya hoy celebramos el segundo domingo de cuaresma, y es muy importante que no bajemos la guardia, que no nos “acostumbremos” a este tiempo; si no que sigamos haciendo las practicas que nos pide la iglesia.
Por esta razón yo les propongo las “Obras de Misericordia” para que cada uno de ustedes busque “la obra” o “las obras” que mas les pueden ayudar en este tiempo. Las Obras de Misericordia son 14 y se dividen en dos grupos: las corporales y las espirituales.
Obras de misericordia corporales:
Visitar a los enfermos
Dar de comer al hambriento
Dar de beber al sediento
Dar posada al peregrino
Vestir al desnudo
Visitar a los presos
Enterrar a los difuntos
Obras de misericordia espirituales:
Enseñar al que no sabe
Dar buen consejo al que lo necesita
Corregir al que se equivoca
Perdonar al que nos ofende
Consolar al triste
Sufrir con paciencia los defectos del prójimo
Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos
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